Edimburgo. Foto Mercedes Aguilar |
Contra toda costumbre
una nube ocupa el salón principal.
De repente, al abrir la ventana
vino envuelta en la luz
como llegan las prisas.
La creímos una nube extranjera
venida de un lejano
país beligerante.
No molesta,
y siempre está nublando
el techo de la sala
(un detalle exquisito).
Es elegante y leve,
casi azúcar de feria,
y parece feliz
aunque algunos domingos
llueva desconsolada.
La nube, de Rafael Pérez Estrada
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