Mercedes Aguilar


Esto no es un blog, es una mujer
Autora. Mercedes Aguilar

miércoles, 27 de diciembre de 2006

ABÚLICA


Estoy que no se....


si poner la secadora
si arreglar el armario
si irme a la peluqueria
si ir a comprar los regalos que me faltan
si meterme en una página porno
si poner los garbanzos en remojo
si llamarte
si echar las persianas y dormirme
si ver de nuevo "al final de la escapada"
si arreglarme las manos y los piés
si irme al cine sola
si empezar el libro que me han regalado
si encender la tele
si pelarme una mandarina

........

me voy a tomar el antibiótico y dentro de otro momento será otro momento
(definitely lo de arreglarme los piés is long overdue)

domingo, 24 de diciembre de 2006

FELICIDADES

Nació un 24 de diciembre en un portal y yo no soy la virgen María.

Hoy cumple un año este blog que empezaba asi:


24 de diciembre de 2005

NAVIDAD



Risas y Lágrimas
Fria por fuera y caliente por dentro,
emanando vaho al espacio
como una vaca gorda al amanecer.

Ruidoso tintineo de villancicos
en su hilo musical
conectado al mundo.

Aroma de castañas
sabor pringoso de turrones y champan

Sacrificio de pavos
cumpleaños de Dios

Verde, roja, ¿blanca?

NAVIDAD

FELICES FIESTAS!!

lunes, 18 de diciembre de 2006

AMOR Y OPIO

Entrevista de Lluís Amiguet publicada en La Vanguardia a Ignacio Morgado (Psicobiólogo)

- ¿Todas esas ratitas de su laboratorio nos enseñan a amar?

Nos enseñan algo del amor. Científicos americanos, por ejemplo, dividieron sus ratones en dos cepas: polígamos y monógamos.

- ¡Así que la infidelidad está en los genes!

Pero no para siempre. Les inyectaron vasopresina, hormona además antidiurética, y los ratoncitos polígamos se convirtieron en monógamos. Se acabaron las infidelidades.

- ¡Una hormona neocon!

...Que nos sirve para ilustrar, sin caer en determinismos, cómo la neuroquímica influye en las conductas asociadas a las emociones y el amor. El amor también es química.

- ¿Para qué nos sirve el amor?

La bioquímica del amor forma parte de la estrategia de la naturaleza. Nos enamoramos para ser más eficaces reproduciéndonos, pero eso no nos hace forzosamente más felices.

- Ya me parecía a mí.

El amor crea un vínculo estable que favorece el éxito reproductivo. La evolución ha ido seleccionando en los humanos los genes que transmiten esa emoción cooperativa vital para forjar una alianza duradera que proporciona más seguridad a la camada.

- ¿Y los celos?

También tienen su función evolutiva igual que la sinceridad o el arrepentimiento: hacen más difícil la infidelidad. Mostrar sinceridad nos hace más fiables como socios.

- ¿Cómo nos enamoramos?

El amor bioquímico comienza con la segregación de la feniletilamina, parecida a una anfetamina, que produce excitación.

- El superflechazo...

A esa primera sacudida le sigue la producción gonadal de estrógenos y andrógenos que aumentan el apetito sexual.

- ...Se va concretando...

La feniletilamina combinada con las dopaminas propicia incluso antes del intercambio sexual la confusa euforia y la pasión emocional típica de los enamorados.

- Y lo demás no importa.

Importa menos, porque esa pasión inicial se caracteriza además por la inhibición de sustancias cerebrales, como la serotonina, que hasta el enamoramiento habían estabilizado el humor y las emociones...

- ¿Se desparraman?

Se desactivan regiones del cerebro, como la corteza frontal, implicadas en la lógica y el razonamiento.

- Locura de amor.

Sólo en la primera fase amorosa, porque esa tormenta emocional va dando paso...

- Con el dulce tiempo que amor procura.

... A otras emociones más matizadas, pero también muy intensas. Así se desencadena un mecanismo adictivo en el que están involucrados nuestros opiáceos endógenos como la encefalina y las endorfinas que se liberan cada vez que sentimos placer, satisfacción y bienestar. Es la segunda fase bioquímica de una relación de pareja.

- ¿Es más adictiva una relación en esa segunda fase?

Sí, porque la ruptura del vínculo es más dolorosa entonces y provoca reacciones similares a la privación de sustancias adictivas.

- Estás enganchado a una persona.

Además del bioquímico, en esas emociones influye también el enganche social. La comunidad favorece o entorpece las relaciones amorosas a medida que de la lujuria con testosteronsa se pasa a la pasión con feniletamina y al vínculo con vasopresina y oxitocina, neurodroga muy social. Y ésas son las sustancias conocidas: puede que haya más.

- También varía, según las culturas, la consideración social de la fidelidad.

Desde luego, pero en general la mujer sufre más la infidelidad romántica que la sexual mientras que al hombre le molesta más la infidelidad física.

- Supongo que tiene su lógica evolutiva.

Los celos del hombre pretenden evitar que le cuelen descendencia ajena mientras la mujer quiere asegurarse la dedicación de su pareja al cuidado de su progenie. La cultura ha extendido ambas clases de celos a ambos.

....

Osea, que lo de mi idea de los "metaparches sin_ti" es científicamente viable.

Lo que yo decía; QUÍMICA NO MÁS...

no somos nadie.

martes, 12 de diciembre de 2006

El cuento de la buena pipita


Yo no te digo ni que si, ni que no
sino que si quieres que te cuente
el cuento de la buena pipita.
Y otra vez vuelta a empezar
sin principio ni final
que al final todo es un cuento,
el cuento de nunca acabar
Que se escribe en espiral
que se acaba en el principio
y comienza en el final
con lo cual nunca se acaba
ni me deja descansar
¿Será lo del Yin y el Yan?
¿Será esto de verdad?
¿Será que un hado divino
bromeó con mi destino
en un mapa circular?
No quiero ser fatalista
pero empiezo a sospechar
que el cuento de la buena pipa
voy a volverlo a escuchar
Que no es que sí, ni es que no
Es que la buena pipita
ya no tiene más historia
que el rotar como una noria
y el hacerme marear
Y aunque parezca el final
este verso continúa
sin parar de teclear
Que el ciclo ya es adictivo
y no veo ningún motivo
que me pueda persuadir
de que no pares -por Dios-
ni me digas si ni no
Solo quiero que repitas
la dichosa preguntita
de si quieres que te cuente
el cuento de la pipita

martes, 5 de diciembre de 2006

EN DEFENSA PROPIA

El no querer verte
es una especie de suicidio
-por instinto de conservación-.